jueves, noviembre 15, 2018

[Reseña] Superman / Batman nº 17-22: K

Guion: Michael Green, Mike Johnson
Dibujo: Shane Davis
Portada: Shane Davis
Edición española: Planeta DeAgostini, 2009. 1,95 € c/u.
Contiene Superman / Batman núm. 44-49 (2008).

★ ★ ★ ★  Me ha gustado

K
, o La búsqueda de la kryptonita, como se ha titulado en una edición, es una historia que plantea que Superman está en peligro constante por culpa de la abundante cantidad de kryptonita que hay en la Tierra. El héroe, después de estar a punto de morir por culpa de este material radioactivo, convence a Batman de que deben encontrar y recoger todos los restos que existen. Esto les lleva a un viaje por todos los rincones del planeta, durante el cual se enfrentan a viejos y nuevos enemigos, descubren nuevas variedades de la kryptonita y se revelan planes secretos relacionados con este material.

Ediciones de Planeta DeAgostini, ECC y Salvat. 

En 1987 John Byrne renovó la leyenda de Superman y estipuló que la kryptonita era un bien escaso en la Tierra. Anteriormente, este material radioactivo era tan abundante que parecía que casi se podía encontrar hasta en una bisutería, y esto al autor británico le parecía absurdo porque le restaba valor. Durante años se respetó esta premisa... hasta que el nostálgico Jeph Loeb planteó en los primeros números de Superman / Batman que un gigantesco meteorito de kryponita caía sobre la Tierra, de forma que, de nuevo, este bien volvió a ser abundante. Es más, aparecieron así variedades como la roja o la plateada, que generan otros efectos sobre el Hombre de Acero.

La idea de que haya mucha y variada kryptonita se ha mantenido y no parece que vaya a cambiar, como se comprobó en el relanzamiento de Superman de 2007 (Geoff Johns) y en el reinicio de 2011 (Grant Morrison). En esto pudo haber influido la popular serie de televisión Smallville, donde los "monstruos de la semana" conseguían sus poderes precisamente como consecuencia de estar en contacto con la kryptonita. Sea como fuera, la kryptonita volvió a estar disponible hasta en las tiendas de barrio y cualquier ratero podía poner de rodillas a Superman.

Ante esta situación cabía pensar cómo reaccionaría el héroe. Loeb ignoró la cuestión, en la pobre etapa de Mark Verheiden tampoco se planteó... y así fue hasta que llegó Michael Green, quien trató el tema en la seis números que componen K. Aquí Superman, con la colaboración de Batman, emprende la misión de encontrar toda la kryptonita que hay en la Tierra, recogerla y almacenarla evitando así que otros puedan usarla contra él. El primer escollo en el guión sería aclarar cómo hacer que Superman pueda tratar con la kryptonita, si esta le afecta mortalmente... pero se resuelve fácilmente mediante el traje anti-kryptonita que se vio, por ejemplo, en la serie de animación de los años 90. Además, esto le pega bastante al tono de la serie, que desde los tiempos de Loeb se caracterizaba por presentar a los Mejores del Mundo con otros aspectos (robots gigantes con el aspecto de ambos, etc.).

Como la kryptonita no cayó en un lugar específico, sino que se desperdigó por todo el planeta, los protagonistas tienen que ir lugares muy distintos permitiendo hacer un tour por el Universo DC: el fondo del océano, el Bar Olvido, Smallville... y así, de paso, seguir otro de los patrones de esta serie, el de los personajes invitados: Aquaman, Zatanna, etc. Entre unas cosas y otras se reflexiona sobre si la kryptonita es lo único que realmente hace humano a Superman, sobre si este personaje adopta una actitud casi totalitaria al querer quedare con este material... Como se puede ver, el motor de la historia  es la kryptonita y el principal protagonista es Superman, pero esto no quita que Batman también tiene un papel fundamental y algunos momentos de relevancia. Por ejemplo, en uno de los episodios tiene que encontrar la otra mitad de una kryptonita plateada y esto le lleva a enfrentarse a su pasado, a cómo serían las cosas si hubiera tenido una vida normal y corriente... Este es, por cierto, uno de los capítulos más simpáticos de la historia: Superman, afectado por dicha kryponita, se comporta como un niño y ve a sus compañeros de la Liga de la Justicia como si fueran dibujos animados. También es interesante por la relación de tira y afloja entre Batman y Zatanna, generalmente de amistad pero que a ratos sugiere que podía haber habido algo más.

Hacia el final de la saga se complican las cosas cuando resulta que buena de la kryptonita está en manos del gobierno estadounidense... y, de nuevo, se nota que Green ha reflexionado sobre el tema. Porque si hay tantísima kryptonita no hace falta ser un conspiranoico para pensar que los gobiernos de todo el mundo querrán su parte. Es una obviedad, sí, pero nadie había escrito una historia tratando esto. Así es que Batman y Superman se enfrentan a la Última Línea, un grupo de militares preparados para combatir al Hombre de Acero, y a... Juicio Final, el monstruo que lo mató, o, al menos, a una nueva versión de este. La trama se resuelve en el sexto episodio, donde el guion da un nuevo giro argumental con la revelación de quién está detrás del armamento que usaban los militares. Por si fuera poco, la historia termina con una de esas páginas que dejan boquiabierto. Se nota el esfuerzo por sorprender hasta el final.

Uno de los aciertos del guion es el de ir al grano y contar muchas cosas por número, en oposición al estilo del decompressive storytelling, tan común hoy en día y por el que pasan páginas y páginas y apenas ocurre nada. Gracias a esto, en solo seis números se tratan multitud de escenarios, personajes, relaciones... El tratamiento que reciben los personajes es coherente con el que habitualmente tienen e incluso se respeta el estado en el que estos se encontraban en el momento en que se publicó la historia. Por ejemplo, si en los cómics contemporáneos Lois Lane lleva el pelo corto, aquí también. Un detalle interesante del guion es que introduce la idea de que durante la adolescencia de Clark Kent este se enfrentó a personas que había adquirido poderes al estar en contacto con la kryptonita... y esto es algo que, claramente, viene por influencia de Smallville, en la que el propio Green era guionista. Curiosamente, nadie desarrolló esto, pero podía haber sido de excusa para presentar nuevos villanos o enemigos procedentes de esa época.

Por último, en lo que se refiere al dibujo Shane Davis hace un trabajo competente, con sus pros y sus contras. Se nota un excesivo afán por simular el estilo noventero de Jim Lee, ya que las figuras están recargadas de líneas y ello no las hace espectaculares, sino más bien acartonadas. En cambio, si se atiende a otros elementos, como los edificios, la tecnología... aquí sale mejor parado. Al menos, la narración es medianamente fluida y no sufre vaivenes, permitiendo seguir la lectura con naturalidad. Un detalle llamativo es que dibuja a Superman con una S en el cinturón, seguramente por influencia de la película Superman Returns (2006), aunque no se sabe si lo hizo por cuenta propia o venía así indicado en el guion.

LA EDICIÓN ESPAÑOLA

De esta historia hay tres ediciones en España: los números 17 al 22 de Superman / Batman (Planeta DeAgostini, 2009); el libro Mundos Mejores (ECC, 2016); y el tomo La búsqueda de la kryptonita (Salvat, 2018). Si solo nos interesa la historia K, está disponible en las ediciones de Planeta (grapa) y Salvat (tomo en tapa dura). Si queremos esta saga, pero también los siguientes números, la mejor opción es el tomo de ECC.

miércoles, noviembre 14, 2018

Cosas que quedaron en nada (8)

Extracto de Batman nº 52 (PdA).
En un artículo publicado en Batman nº 52 (octubre de 2011) se anunció cuál sería el futuro inmediato de esta colección de Planeta DeAgostini. Sin embargo, la mayoría de lo descrito en dicho texto no se cumplió porque esta editorial perdió la licencia de DC Comics en favor de ECC. Aun así, es interesante comprobar cómo serían las cosas si Planeta hubiera seguido como editor del Hombre Murciélago.

A mediados de 2009 las series de Batman entraron en una etapa conocida como Reborn. Entre los cambios estaban que Grant Morrison siguió su etapa en Batman and Robin y a la que complementó con The Return of Bruce Wayne; que Batwoman protagonizó Detective Comics o que en Batman empezó una nueva etapa, al principio con Judd Winick. Planeta afrontó este nuevo escenario sin grandes problemas: primero publicaron los episodios de Winick, después se centraron en el material de Morrison... Detective, ahora sin relación con Batman, salió directamente en un tomo de Batwoman. Y como quedaban pendientes los Batman con Tony Daniel como autor completo, de calidad muy cuestionable, se optó por finiquitarlos con un tomo (Vida después de la muerte).

Con la vuelta de Bruce Wayne a mediados de 2010 la cosa se complicó. Para empezar, Detective volvió a estar protagonizada por Batman e iba a ofrecer la prometedora etapa de Scott Snyder. Batman and Robin siguió adelante con otros autores, mientras Morrison daba otro salto con la nueva serie Batman Inc. A todo esto se añadió el fichaje de David Finch, a quien le dieron un título propio (The Dark Knight). Por si fuera poco, había una miniserie (Gates of Gotham), un cruce con las series Red Robin y Musas de Gotham... En definitiva, muchísimos cómics por delante. Y la colección de Planeta era una simple grapa de 48 páginas.

Como se explica en el artículo publicado en Batman nº 52, la idea era cubrir todo este material en la serie regular alternándolo según los arcos argumentales. Y para dar a basto, la serie adoptó en ese momento (octubre de 2011) la periodicidad quincenal. Como aun así no sería suficiente, alguna serie (Detective Comics) o arco argumental (Arkham: Reborn) se recopilarían directamente en tomos.

Así es que entre octubre y noviembre de 2011 salieron los números 51, 52, 53 y 54, recogiendo el especial The Return y seis números de Batman and Robin, mientras apareció el primer tomo de Detective Comics de Snyder. Curiosamente, la serie Batman que había pasado de grapa con Winick a tomo con Daniel, ahora volvía a la grapa aún con este mismo autor, lo cual evidenciaba las improvisaciones editoriales de la época. El resto de series, como Batman Inc.The Dark Knight nunca vieron al luz... al menos, con Planeta.

En 2012 empezó una nueva andadura editorial con ECC y esta editorial simplificó las cosas: Batman Inc.The Dark Knight y Gates of Gotham, a tomos. Y en la serie regular, los últimos números de Batman y de Batman and Robin. Porque con la inminente llegada del Nuevo Universo DC y el reinicio de la franquicia, lo más sencillo era publicar rápidamente todo lo que quedaba pendiente y prepararse para lo que estaba por venir.

lunes, noviembre 05, 2018

[Reseña] Batman nº 31-32: La batalla por la capucha

Batman nº 31 (PdA). 
Guion: Tony Daniel, Judd Winick
Dibujo: Tony Daniel, Ed Benes
Portada: Tony Daniel
Edición española: Planeta DeAgostini, 2010. 3,95 € c/u.
Contiene Batman: Battle for the Cowl núm. 1-3 y Batman núm. 687.

★ ★  No me ha gustado

Cuando Grant Morrison propuso la "muerte" de Batman en la historia R.I.P. a los editores se les encendió la bombillita: un acontecimiento así tenía que ser explotado lo máximo posible. Así es que llamaron a Neil Gaiman para escribir Whatever Happened to the Caped Crusader? (aparentemente, una despedida al personaje) y plantearon un relanzamiento de todas las bat-series con la etiqueta Reborn generando incertidumbre sobre quién sería el Caballero Oscuro. Entre la supuesta muerte y el renacimiento salió una miniserie titulada Battle for the Cowl, que sirvió precisamente para despejar la duda. Había muchos candidatos: Dick Grayson era la opción más razonable, pero ya había sido Batman en los cómics de los años 90; Tim Drake aún era muy joven para una responsabilidad así; Jason Todd parecía estar desequilibrado desde su resurrección... La resolución estaba en manos de Morrison, el guionista que capitaneaba esta etapa del Hombre Murciélago y que ya había tomado la decisión de cara a escribir Batman and Robin, pero el dibujante Tony Daniel se ocupó de la transición. Es más, Daniel asumió el cargo de guionista en el que sería el primero de muchos cómics de Batman escritos por él. Y esto es fundamental para entender por qué estamos ante una obra de calidad dudosa.

SINOPSIS: Lo que parecía imposible, ha sucedido: Batman ha muerto. Tras los sucesos desarrollados en Batman R.I.P. y Crisis final, Gotham City  afronta de forma traumática la pérdida de su protector. Sin un referente que mantenga el orden, la ciudad parece desmoronarse, al tiempo que los más fieles aliados del Hombre Murciélago discuten acerca de la idoneidad de reemplazar a su maestro y mentor.

Hay dibujantes que han demostrado tener talento para escribir sus propios cómics e incluso para hacer etapas históricas, como pasó con Frank Miller en Daredevil o Walt Simonson en The Mighty Thor. En este sentido, es bueno dar oportunidades y no cerrar las puertas a dibujantes que aspiran a ser algo más. Sin embargo, la mayoría de los dibujantes que lo han intentando han evidenciado una gran falta de talento, lo cual pone de relieve la dificultad de escribir buenas historias, pero sobre todo a escribir a los personajes de forma coherente. Daniel, aunque ya había hecho sus pinitos como guionista, no se revela como un gran escritor en potencia, sino más bien todo lo contrario.

La historia parte de la idea de que después de la aparente muerte de Batman aumenta la inseguridad en Gotham City. Pero si hacemos caso del epílogo publicado en Batman núm. 687 esta muerte no se ha hecho pública, es decir, nadie sabe que el encapuchado ha muerto. Por tanto, este levantamiento de los villanos no se puede producir por el ánimo que da saber que Batman ya no está, sino, en todo caso, por la aparente ausencia de este. Pero ¿cómo saben los villanos si está o no está? Es imposible saberlo. Así es que, para empezar, hay una pequeña incoherencia.

A partir de este punto hay una de guerra de bandas entre Dos Caras y Pingüino por repartirse la ciudad... pero también está Máscara Negra que hace explotar el Asilo Arkham... y un Batman falso que va asesinado gente... y Robin y Damian y... Hay demasiados personajes. Casi parece que esto es una versión comprimida de Hush, pero con un guion hasta peor. Hay tantos personajes que la mayoría salen y apenas dicen un par de frases o simplemente están posando para la cámara. Tal vez Daniel pensaba que así crearía aún más dudas sobre quién sería el nuevo Batman, pero ¿realmente alguien se creería que fuera a ser Relámpago Negro, Wildcat... o Cazadora? Como es evidente que la respuesta es no, todos estos personajes solo hacen que molestar. Sobran.

La historia muestra algunas obviedades, como que detrás del Batman falso está... Jason Todd. De hecho, es tan fácil de adivinar como ver la ilustración a portada página en la que salen todos los personajes y comprobar que Jason no sale, así que... Tampoco a Daniel le debía preocupar mucho este misterio, ya que a la primera de cambio lo revela a través de Nightwing y aquel no lo niega ni mucho menos. Menudo misterio. Jason, ese personaje que es la personificación de la incoherencia: un día adopta la identidad de Capucha Roja, otro de Nightwing, al siguiente de Batman... Se podría decir que aquí Daniel contribuye a estropearlo aún más, pero viendo el espantoso tratamiento que ha tenido, su paso por Battle for the Cowl es casi anecdótico. Aquí a Jason le da por ser un Batman asesino y su plan es... acabar con todos los aspirantes a ser Batman. Algo así, porque, por una parte, ataca a Tim Drake, pero por otra quiere a Dick Grayson como su propio Robin.

Uno de los personajes que también llama la atención por estar mal escrito es Damian, que aquí no muestra el carácter duro y rebelde que tiene en sus apariciones anteriores en la etapa de Morrison, sino que más bien todo lo contrario. Daría la impresión de que Daniel no se leyó aquellos cómics... pero ¡es que algunos de ellos hasta los dibujó él! A todo esto, Damian conduce el Batmóvil y lleva a una chica, que no se sabe de dónde ha salido y cuya finalidad es, básicamente, la de dejar el vehículo por orden de Alfred y después ser comida, literalmente, por Killer Croc. Esto no tiene ninguna relevancia en la historia, no se pretende ni mucho menos crear remordimientos en el mayordomo... es solo un capricho de Daniel por dibujar a Croc con una pierna en la boca. En general, hay muchos "porque sí" en el guion. En esta secuencia Damian lleva el Batmóvil, pero en otra riñe a Dick diciendo que nadie, excepto Batman, debe conducirlo, así que ¿en qué quedamos?

Si el guion es torpe, el dibujo no es mucho mejor. No se trata de criticar la estética noventera de Daniel, que puede gustar, pero sí la penosa narración. A veces, el problema de un dibujante no está en si es detallista, en si juega con las sombras... es en si el lector es capaz de entender qué es lo que pasa entre viñetas. Aquí el dibujante flojea totalmente, como le ha pasado en trabajos anteriores y posteriores, y cuesta seguir la lectura. Él sabe lo que está pasando, pero no lo transmite con orden y sentido. Por ejemplo, en la secuencia con la que abre la historia cuesta entender si son Robin y Escudera quienes han detenido a unos tipos armados o ha sido otro personaje, si hay unos tipos armados en un sitio y otros en otro...

El epílogo a esta historia se encuentra, como se ha dicho anteriormente, en Batman núm. 687, el cual es un soplo de aire fresco. De repente, los personajes hablan con fluidez, hacen reflexiones y plantean cuestiones interesantes, la historia se desarrolla de forma coherente... ¿Casualidad? No, lo que pasa es que aquí sí hay un guionista de verdad, que es Judd Winick, y que puede gustar más o menos pero al menos no es un simple junta letras. Seguramente, si también se hubiera ocupado de Battle for the Cowl esta miniserie hubiera merecido una mejor valoración.

LA EDICIÓN ESPAÑOLA

En el momento de escribir esta reseña solo existe la edición en formato grapa que salió en los números 31 y 32 de Batman (Planeta DeAgostini). Presumiblemente, en el futuro será reeditada por ECC. Como complemento a esta historia hay un tomo titulado Batman: La batalla por la capucha - Compendio, también publicado por Planeta.

domingo, noviembre 04, 2018

La importancia del número 1

Renumerar es, obviamente, volver a numerar... que en el mundo de los cómics equivale a cancelar una serie en curso y volver a lanzarla desde el número 1. Esta tendencia a renumerar las series viene por el efecto sicológico que parece tener en los lectores. Por ejemplo, hay personas que no comprarían el número 532 de una serie, pero sí el 1... pese a que ese número 1 tendría los mismos autores y el mismo enfoque que había en el 531. ¿Es absurdo? Sí, pero los seres humanos somos un poco estúpidos.

Superman nº 233... o nº 1. 
A principios de los años 70 los responsables del Hombre de Acero plantearon una nueva etapa que iba a comenzar en el número 233 de Superman. Nuevos autores, nuevo enfoque... debía ser un punto de inflexión en la historia del personaje, un punto ideal para que los lectores se pudieran subir al carro de sus aventuras. Para reforzar la idea pusieron en portada un 1 gigantesco y un rótulo que destacaba la palabra new. La numeración histórica no se vio afectada, ya que al mes siguiente salió el 234 con normalidad, pero desde luego aquel comic parecía ser un auténtico número 1. Este comic se puede considerar el origen de una maniobra comercial que ha llegado hasta nuestros días. Sin embargo, el truco no se repitió en otros títulos contemporáneos, tal vez porque en Superman no aumentó considerablemente las ventas.

Por entonces se dieron casos de series que fueron canceladas, pero que tiempo después volvieron al mercado siguiendo la numeración. Por ejemplo, la serie Teen Titans cerró con el número 43 (1973), pero regresó en una nueva etapa que empezó en el número 44 (1976), o Green Lantern, que fue cancelada en el número 89 (1972) y volvió años después con el 90. Esto da a entender la importancia que tenía la numeración histórica: en lugar de lanzar un nuevo volumen de Green Lantern o Teen Titans con el número 1 en portada, los editores preferían respetar la numeración existente. Un caso bastante llamativo es el de The Flash: la serie de Barry Allen empezó en 1959 no por el número 1, sino por el 105, porque retomaron la numeración de la serie homónima que claudicó... diez años antes.

En 1978 la editorial lanzó una potente campaña llamada DC Explosion, por la que aparecieron multitud de nuevas colecciones, y que fue un rotundo fracaso que se conocería, irónicamente, como DC Implosion. Debido a este descalabro, en los años siguientes se agudizó el ingenio de los editores: desde contratar a un prometedor guionista de Northampton para The Swamp Thing a lanzar series en el formato de lujo...

The New Teen Titans nº 1 (1980).
Durante la primera mitad de los años 80 una de las colecciones más populares fue The New Teen Titans, que ya en su primer número recordaba al Superman nº 233: la palabra new estaba remarcada e incluso formaba parte del título, empezaba realmente desde el número 1 omitiendo la numeración de la anterior Teen Titans, el 1 tenía aspecto visiblemente llamativo... Ahora, el prestigio de tener una serie centenaria ya no tenía tanta importancia. Había que vender.

Durante esta década los Nuevos Titanes protagonizaron trucos comerciales. En 1984 se lanzó un segundo volumen de The New Teen Titans, ahora con mejor papel e impresión, mientras que la serie anterior cambió por Tales of the Teen Titans, en la cual se publicaron historias nuevas hasta el número 58. En 1988, otro cambio: se eliminó la palabra teen y el título se quedó en The New Titans coincidiendo con el número 50.

Detrás de todo esto estaban el editor Len Wein pero, sobre todo, el guionista y también editor Marv Wolfman. Cuando Wolfman planteó Crisis en tierras infinitas se fijó dos objetivos: primero, que al término de la historia la continuidad del Universo DC debía empezar totalmente desde cero y, segundo, que todas las series tenían que ser canceladas y lanzadas de nuevo desde el número 1. Finalmente, la editorial no se atrevió a tanto, ni en una cosa ni en la otra, pero en lo que se refiere a la numeración sí canceló y relanzó muchas series. En 1985 cerró The Flash, con 250 números publicados, en 1986 hizo lo propio con Wonder Woman, con otros 329... En algunos casos, como Superman, recurrió a la ingeniera editorial: cambió el título por Adventures of Superman manteniendo la numeración (423 números publicados) y lanzó un nuevo volumen de Superman desde el número 1. En otros casos, como los de Batman o Detective Comics, simplemente lo dejó como estaba. Así es que durante la segunda mitad de los 80 se cancelaron títulos con gran tradición y se relanzaron desde el número 1, en algunos presentando un reinicio de la continuidad (Wonder Woman de George Pérez, etc.) y en otros un cambio en el enfoque (Wally West se convirtió en Flash, etc.). En general, el relanzamiento del Universo DC fue un éxito por la llegada de nuevos autores, por la libertad creativa que disfrutaban, por la posibilidad de innovar... pero también por el papel de la editorial, que canceló series históricas sin pudor y las relanzó desde el número 1 con el fin de llamar aún más la atención del público.

Generalmente, el término "volumen" se refiere a cada una de esas series que empiezan desde el número 1 y que comparten título con otras publicadas anteriormente. Por ejemplo, de Detective Comics hay un volumen 1, que es el que se publicó entre 1937 y 2011, y un volumen 2 que salió entre 2011 y 2016. Siguiendo con este caso, cuando la serie recuperó la numeración histórica el concepto se volvió un poco confuso: ¿Es el volumen 1? ¿Se debe contabilizar como una extensión del volumen 2? ¿O, simplemente, es un volumen 3 que no empieza desde el número 1? Cada lector tiene una opinión. 

Mientras tanto, Marvel parecía estar en una posición cómoda. Tenía series que vendían mejor y otras que peor, pero seguía copando la mayor parte del mercado. Algunos títulos como Daredevil o The Mighty Thor pasaron por malos momentos, pero las exitosas etapas de Frank Miller y Walt Simonson sirvieron para relanzarlos sin necesidad de reinicios ni renumeraciones. En Marvel, como DC, también era habitual mantener las numeraciones históricas, pero no era dada a los reinicios de la continuidad. Seguramente, Marvel tenía una continuidad más sólida por haber sido fijada desde el principio por unos pocos autores (Stan Lee, Jack Kirby, Steve Ditko, etc.), mientras que DC tenía un catálogo de personajes variopintos, algunos de los cuales hasta procedían de otras editoriales (Fawcett, Charlton y Quality). En Marvel no se reiniciaba y, por tanto, tampoco se renumeraba.

LOS AÑOS 90

Con la entrada en los años 90 las cosas se volvieron cada vez más turbulentas. Fueron tiempos de especulación, de muchísimas nuevas series, de ediciones especiales... En 1992 se estrenó Team Titans con cinco versiones del número 1, siguiendo el modelo del exitoso X-Men nº 1 de Jim Lee, en este caso cada uno con contenidos propios. En 1994, con motivo del evento Hora Cero: Crisis en el tiempo, se presentó el número 0 de todas las series, el cual sirvió para explicar el origen de los personajes, y así intentar captar la atención de los lectores. En este caso no se trató de una renumeración al uso, ya que al mes siguiente se volvió a la numeración corriente. Tampoco lo fue en 1998, cuando la numeración de las series se interrumpió de nuevo con los números 1.000.000, como parte de un evento escrito por Grant Morrison. Se podría decir que si los números 0 nos llevaban al pasado, los 1.000.000 nos mostraban un lejano futuro.

En 1996 Marvel recurrió también a estos trucos comerciales por primera vez cuando varias series fueron canceladas y sustituidas por nuevos volúmenes a cargo de Rob Liefeld y Jim Lee en el proyecto conocido como Heroes Reborn. Solo un año después, estas fueron canceladas y se lanzaron nuevos volúmenes con otro número 1 en portada. Así es que la Casa de las Ideas, que durante todo este tiempo había respetado las numeraciones históricas, en menos de dos años sacó números 1 de Captain America, entre otras. Si DC lo hizo en los 80 por una urgente necesidad comercial, la situación ahora de Marvel, en bancarrota y mal gestionada, tampoco era más halagüeña. En los años siguientes Marvel repetiría la jugada con la cancelación de títulos tan clásicos como The Amazing Spider-man o The Incredible Hulk para su posterior relanzamiento en volúmenes que empezaban desde el número 1.

Hacia los 2000, aún de resaca por los años anteriores,  se empezaron a simplificar las cosas. Por ejemplo, en lugar de tener cuatro series de la Liga de la Justicia, a cada cual peor, se cancelaron todas y se lanzó una sola (JLA). También se empezó a probar con otra fórmula: cancelar series y lanzar otras similares, pero con un título distinto. Así es que en 1999 cerró Shadow of the Bat coincidiendo con el término de Tierra de Nadie y, a continuación, salió Gotham Knights, que aunque tenía otro enfoque venía a cubrir el mismo hueco en el mercado.

En España el fenómeno de las renumeraciones es similar y durante años se recurrió a ello en muchísimas ocasiones. Un caso anecdótico es el de Daredevil: Forum se equivocó y nominó erróneamente el volumen 3 como volumen 2, por lo cual existían dos volúmenes 2.  

LOS AÑOS 2000

Wonder Woman nº 600 (2010).
En 2001 Marvel empezó a añadir a sus portadas las numeración que la serie hubiera tenido de no haber sido cancelada. Esto es, por ejemplo, que el número 30 de The Amazing Spider-man sería el 471, si no hubiera sido renumerada en 1999. Sirvió para contentar a los lectores veteranos, pero también para convertir un simple número 59 en el mismísimo 500. Como los números 1, todo un 500 también funcionaba como reclamo y de ahí en adelante se retomó la numeración histórica. La jugada se repitió en otras series, como Fantastic Four, que pasó del 70 al 500.

En DC no se imitó este sistema de renumeración. De haberlo hecho, de The Flash o Wonder Woman, entre las series que cerraron en los años 80 y las que estaban en curso, hubieran superado los 300 y 400 números publicados, respectivamente. Pero, quién sabe si porque no gustaba a los editores, o por simple vergüenza de repetir una idea que claramente se había originado en Marvel, no se hizo. Hubo un caso puntual, pero al cabo de mucho tiempo, que es el de Wonder Woman, del que salió el 600 (2010).

LA ACTUALIDAD

En 2011 DC hizo algo inesperado: reiniciar el universo, cancelar todas las series, volver a lanzarlas desde el número 1... o sea, básicamente lo que Wolfman había propuesto hace treinta años. Así surgió el Nuevo Universo DC, que en su primera etapa se conoció popularmente como The New 52. Sin medias tintas, la editorial canceló las series que funcionaban mal, las que iban bien, las que estaban pasando por una etapa gloriosa... Todas. Salieron entonces 52 nuevas series al mercado, y las que gozaron de buenas ventas alcanzaron los 52 números publicados en 2016 (53 si se cuentan los números 0), momento en el que fueron de nuevo canceladas marcando el fin de The New 52. La mayoría de las series fueron canceladas, como Hawk and Dove o Grifter, y sustituidas por otras distintas, pero están los casos de Teen Titans, que fue cancelada y renumerada o el de Suicide Squad, que también fue cerrada pero relanzada con el nombre New Suicide Squad.

Ediciones Zinco publicó dos volúmenes de BatmanSupermanNuevos Titanes... Se podían diferenciar claramente por el formato, ya que los volúmenes 1 tenían unas dimensiones mayores a las típicas del comic-book.  Norma Editorial también tuvo en el mercado varias series de Batman y Superman, pero les cambió el título para distinguirlas: BatmanBatman: El Señor de la Noche, etc. Con Planeta DeAgostini hubo de todo: los volúmenes 1 de Batman y de Superman salieron en tomo y los volúmenes 2 en grapa, mientras que otras series como Jóvenes Titanes Outsiders pasaron de volúmenes 1 a colecciones "familiares" como DC Presenta. En la actualidad, la política de ECC es la de tener doble numeración: la histórica, que empezó con el Nuevo Universo DC, y la actual, siempre pendiente de los relanzamientos que pueda haber, como fue el caso de Renacimiento.
En Marvel, en cambio, durante estos años apostaron por un sistema distinto, al menos en lo que se refiere a los títulos menores o secundarios, como pueden ser los del Caballero Luna o Estela Plateada. En lugar de mantener las series todo el tiempo posible en el mercado, les trataban como si fueran series limitadas encubiertas, y cuando terminaba un ciclo argumental eran canceladas y renumeradas. Es lo que popularmente se ha conocido como "temporadas", simulando las temporadas televisivas, que están limitadas en episodios y tienen un eje temático. Así es que en 2011 salió un volumen de Moon Knight de solo 12 números... tantos como escribió Brian Michael Bendis antes de dejar la serie. En algunos casos Marvel renumeraba cambiando ligeramente el título, como ocurre con The Incredible Hulk, que en 2013 pasó a Indestructible Hulk y en 2016 a Totally Awesome Hulk... si al cambiar el título estas series se contabilizan o no como nuevos volúmenes de una misma e histórica colección es un tema de debate.

Action Comics nº 957 (2016).
En DC, con el fin de The New 52, se abrió una nueva etapa (Rebirth) con la que se intentó conectar con los lectores veteranos que, molestos por el reinicio del Universo DC, se marcharon en 2011. Con esto en mente, por una parte la editorial retomó la numeración histórica de títulos tan clásicos como Action Comics o Detective Comics... series que, a pesar de contar con unos títulos un tanto impersonales, se siguieron publicando durante The New 52, seguramente porque la propia DC sabía que en algún momento se retomarían las altas numeraciones. De esta forma, Action Comics pasó del número 52 al 957 y Detective Comics del 52 al 934. A nadie se le escapaba que los números 1000 estaban a la vuelta de la esquina, así que adoptaron la periodicidad bimensual para alcanzar pronto esta magna cifra de números publicados. Por otra parte, las series Batman o Superman, entre otras, no retomaron las numeraciones históricas, sino que fueron renumeradas desde el 1. Esto demuestra la doble posición en la que se encuentra la editorial: las altas numeraciones son un símbolo de prestigio, pero renumerar desde el 1 contribuye a mejorar las ventas.

En 2018 se utilizó una fórmula mixta: el número 39 de The Flash sería al 700 contando todos los cómics publicados a lo largo de las pasadas décadas, así que se lanzó una portada alternativa en la que se veía un 700 y el texto "¡Celebrando 700 números!". De esta forma, la numeración se mantiene baja y aparentemente accesible a los lectores y, al mismo tiempo, se reconoce la extensa trayectoria de estos títulos.