Desgraciadamente, fue como saltar de la sartén para caer en las brasas: los abuelos, que tenían antecedentes penales por abuso de menores, lo encerraron en una habitación y lo dejaron allí durante días sin alimentos, hasta que finalmente perdió la vida. Estos hechos, que tuvieron lugar en Ottawa, en 2002, causaron una gran indignación en la sociedad canadiense, que no podía entender cómo habían fallado los servicios sociales.
La estatua de Jeffrey Baldwin. |
Años después, Todd Boyce, un ciudadano corriente, organizó una campaña y recaudó 25 mil dólares, con el fin de erigir una estatua de bronce en honor a Jeffrey. Como al pequeño le gustaba mucho Superman, hasta el punto de disfrazarse como el héroe, en la estatua vestiría el uniforme del Hombre de Acero.
Por si acaso, Boyce pidió permiso a DC Comics, propietaria del personaje de ficción, y se llevó la sorpresa de recibir un "no". Amy Genkins, vicepresidente de la negocios y asuntos legales, objetó en un correo electrónico que "por una variedad de razones legales, no podemos acceder a su solicitud".
Boyce se planteó entonces sustituir la S de Superman por una J de Jeffrey, aunque finalmente no fue necesario: la compañía cambió de parecer, tal vez por la controversia que había generado su decisión, y aceptó la propuesta. Actualmente, la figura de Jeffrey, ataviado como un pequeño Superman, se mantiene en pie en Greenwood Park (Toronto).
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