Mientras tanto, Rob Liefeld (New Mutants, X-Force), disconforme con no tener derecho sobre sus creaciones en Marvel, había negociado con Malibu Comics el lanzamiento de una serie propia, la cual llegó a ser anunciada en la revista Comics Buyer's Guide. No se sabe con certeza el título, pero al parecer utilizaba la letra x, que generalmente se asocia a las series de X-Men, y que podía molestar a Marvel. El californiano habló de sus planes con Todd McFarlane (Spider-man), quien también estaba disgustado con Marvel por varios motivos: las fechas de entrega, la libertad creativa... y, sobre todo, el dinero. McFarlane empezó a ver sus dibujos de Spiderman en camisetas, en gorras... y él no ganaba un centavo por ello, ya que el personaje pertenece a Marvel. No estaba mal pagado (se estima que ganó más de seis mil euros por cada página de Spider-man), pero desde luego los beneficios de la editorial fueron mayores. El detonante final fue una viñeta que tuvo que cambiar, ya que a los editores no les pareció adecuado que se viera explícitamente cómo le clavaban a Juggernaut una espada en el ojo.
Mcfarlane pensó que si los dos abandonaban Marvel sería algo realmente impactante. Al fin y al cabo, el primer número de Spider-man había vendido dos millones y medio de ejemplares y el de X-Force, cuatro millones, así que en aquellos momentos, McFarlane y Liefeld eran los autores estrella de la editorial. Había otros que tenían más talento, pero nadie les ganaba en popularidad... excepto Jim Lee. Con gran visión para los negocios, McFarlane sabía que debía fichar a Lee si quería provocar un verdadero terremoto en la industria. El "chico de oro" era el dibujante de X-Men, de la que se habían vendido más de ocho de millones de ejemplares del primer número. Realmente, Lee no tenía grandes problemas por el trato concedido por Marvel hasta el momento, e incluso estaba en una posición privilegiada en la franquicia mutante: dibujaba X-Men, escribía los argumentos de esta y de Uncanny X-Men... y su compañero de estudio Portaccio hacía los dibujos de Uncanny. Todo iba bien... hasta que Marvel tuvo un gesto que no gustó a Lee: el dibujante iba a una convención de cómics y la editorial pagaba su billete de avión, pero se negó a pagar el de su esposa. Marvel explotaba sus dibujos en merchandising, había tenido el mejor año fiscal de su historia... y no era capaz de pagar el vuelo de su esposa.
Rob Liefeld, Todd McFarlane y Jim Lee. |
En diciembre de 1991 McFarlane, Liefeld y Lee se reunieron en las oficinas de Marvel con el presidente Terry Stewart y el editor Tom DeFalco para exponer su posición. No querían un simple aumento de sueldo, sino ser dueños de su trabajo y explotarlo comercialmente. Y eso no podían hacerlo en Marvel. El trío, por cortesía, se lo explicó también a DC Comics, tal vez por si estaba dispuesta a financiar y distribuir sus cómics. DC tenía una política más liberal en lo que se refiere a los derechos de autor, pero recientemente había sufrido el fracaso de Piranha Press, por lo que en estos momentos no contemplaba proyectos de este estilo. Los tres autores se lo explicaron también a otros con los que tenían cierta relación, con el fin de que se unieran a ellos. Las verdaderas estrellas eran ellos, pero cuantos más fueran el impacto sería mayor. Así que captaron a Erik Larsen (Spider-man), Marc Silvestri, Whilce Portaccio y Jim Valentino (Guardians of the Galaxy). Se dieron anécdotas como que Silvestri se enteró casi de casualidad o que Portaccio lo hizo al volver de un viaje a Filipinas. Valentino, que no era ni mucho menos uno de los fan-favourites, se vio como el patito feo del grupo. En su momento hubo ciertas dudas sobre quiénes eran realmente los fundadores de Image, ya que se nombraron muchos autores, como Chris Claremont o Dale Keown, pero finalmente los fundadores de Image fueron aquellos siete, con el caso especial de Portaccio, quien estuvo ausente casi dos años.
1992. Los inicios de Image fueron difíciles y se requirió de Malibu Comics, la cual proporcionó ayuda en aspectos técnicos como la producción o la distribución. Desde el principio, la idea era que Image iba a ser la marca paraguas de varias empresas independientes, cada una de las cuales pertenecería a uno de los miembros fundadores. Pero si crear Image ya había sido complicado, aún lo era más fundar sus propias empresas... todo esto, mientras hacían cómics, además de conceder decenas de entrevistas. Así es que tardaron algún tiempo en formalizar las cosas y, hasta entonces, se consideraría que Homage era una de las partes integrantes de Image.
En los inicios de Image salieron varias colecciones realizadas por este estudio: WildC.A.T.S (agosto de 1992), Cyberforce (octubre de 1992)... En teoría, esta editorial simulaba la idea de universo compartido de Marvel y DC, pero dado que cada autor era dueño de sus series, en la práctica no había una obligación. Hubo unos elementos que intentaron cohesionar este "universo Image", como los periodistas que salían cada dos por tres o el villano Over-Kill (propiedad de todos los fundadores de la editorial), pero también incoherencias, como que en los cómics de Liefeld el Gobierno estadounidense tenía unos proyectos (Youngblood) y en los de Lee, otros (Operaciones Internacionales). Con el paso del tiempo se haría evidente que lo más factible sería que cada autor o grupo de autores desarrollara sus historias de forma independiente.
Debido a la relación personal y laboral que había entre los miembros de Homage, las series de este estudio tenían una estrecha relación y tenían lugar en un mundo compartido. De hecho, muy pronto hubo un cruce (Killer Instict) que señaló la relación entre los personajes de Lee (WildC.A.T.S) y Silvestri (Cyberforce). Sin embargo, en lo que se refiere a la propiedad de las series, cada una pertenecía a su respectivo creador. Así es que Lee los registró a nombre de Aegis Entertainment, mientras que Silvestri lo hizo con Tow Cow. Al principio, todos aquellos títulos salían de Homage y se consideraba que había un "universo Homage", pero a medida que se crearon empresas y estudios propios, Homage se quedó en una simple anécdota.
Con Portaccio las cosas fueron diferentes. Debido a problemas personales (su hermana estaba gravemente enferma) Wetworks no aparecería hasta 1994, pese a que había debutado en una historia de complemento en WildC.A.T.S. y que había sido anunciada en varias ocasiones, hasta con guiones de Claremont. En espíritu, Portaccio era fundador de Image, pero oficialmente no era propietario de la empresa, ni siquiera de Wetworks, que también se registró a nombre de Aegis. Si apenas podía atender sus compromisos como dibujante, aun más difícil lo tenía para crear empresas. En definitiva, su trabajo se desarrollaría en la naciente empresa de Lee.
McFarlane optó por centrarse en una sola serie: Spawn. Sabía que si un lector se acercaba a la colección era por sus dibujos, no por un personaje desconocido o por un artista novel. Él era el reclamo de la serie, así que se dedicó a lo que consideraba que debía hacer: a editar, escribir, dibujar y entintar... así que Spawn salía si no mensualmente, al menos con bastante regularidad y, sin duda, con más que el resto de títulos de Image. Tal vez por esto McFarlane se hizo rápidamente un hueco en el mercado y durante años fue una de las series más vendidas en el mercado estadounidense. En cambio, con Lee, Silvestri o Liefeld las cosas fueron distintas.
De Youngblood, que fue la primera serie en aparecer, de su primer número se vendieron más de 300.000 ejemplares. Y Spawn o WildC.A.T.S. mejoraron estos números. A Lee, como a sus compañeros, el éxito le llegó demasiado pronto. Siendo su propio jefe y con los bolsillos llenos, no tenía realmente la necesidad de hacer un comic todos los meses. Porque aunque las ventas de los primeros números de Image no alcanzaron las cifras de sus trabajos en Marvel, a cambio el margen de beneficios era mayor. Así es que WildC.A.T.S, que al principio estaba planteada como una serie limitada de cuatro números, tardó ocho meses en finalizar... y cuando continuó con un quinto, lo hizo en 1993, después de la friolera de siete meses.
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