Este artículo fue escrito originalmente para el libro Superman / Batman: Los Mejores del Mundo (Planeta DeAgostini), pero finalmente quedó inédito.
Es difícil encontrar a alguien que no sepa quiénes son Superman y Batman. Desde sus primeras apariciones en los años 30 han trascendido de la viñeta para entrar en el subconsciente de todos hasta convertirse en iconos. Pero a diferencia de otros símbolos, éstos han tenido que evolucionar para adaptarse a las circunstancias, porque aunque los códigos y los valores que los componen permanecen inmutables, el mundo cambia a su alrededor. Las clásicas aventuras que Superman y Batman compartían en World’s Finest mostraban a dos hombres, a dos amigos, siempre decididos a luchar por lo que creían que era correcto y a hacerlo sin reparo con ayuda mutua. Pero a mediados de los 80 comenzaron a soplar vientos de cambio, la serie fue cancelada y con ella los encuentros estos dos personajes. Era el fin de una etapa.
A
partir de ese momento esta relación fue trastocada, expuesta desde otro punto
de vista, pasando de cierto temor al respeto, pero nunca entablando una
amistad. Sentían tan poca confianza el uno por el otro que no se revelaban sus
identidades secretas, evitando a toda costa ser algo más que colegas
ocasionales. Sin embargo, DC Comics era consciente de la importancia de que
ambos se encontrasen, así que a finales de los 80 comenzó a plantearse una historia
que los reuniese por todo lo grande. La editorial no escatimó en conseguir a
los mejores autores posibles y se puso en contacto con Dave Gibbons, casi
recién salido del exitoso Watchmen, para ofrecerle escribir el cómic. “Me
interesa, sí. ¿Pero quién va a dibujarlo?” preguntó. Al otro lado del teléfono
sonó el nombre de Steve Rude. “Oh, genial.” La alegría de Gibbons no era para
menos, ya que se trataba de uno de los artistas más brillantes del momento.
Gibbons preparó entonces una historia que ponía de relieve el paralelismo entre
el mundo de Superman y el de Batman. Centró su mirada en los detalles que los
asemejaban y los distinguían, haciendo evidente que si uno representaba la
luminosidad, el otro era la pura oscuridad. Eran esos códigos intocables que
venían dados desde sus mismísimos orígenes y que Rude aprovechó para remitir a
la iconicidad de ambos. En la cabeza del artista las palabras de aquel guion se
convertían en imágenes, tanto que en ocasiones tenía que llamar a Gibbons para
que le leyera personalmente lo que había escrito y así poder comprenderlo. Rude
era un hombre peculiar, como también su propio trabajo, siempre un peldaño por
encima de cualquier expectativa. Guion y dibujo se complementaron a la perfección,
haciendo de cada página una pequeña delicia, y en su conjunto una obra maestra
llamada Superman / Batman: Los mejores del mundo.
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