Guion: Brian K. Vaughan
Dibujo: Pia Guerra
Portada: J. G. Jones
Recopila Y, the last man nº 1-6
Edición española: ECC Ediciones, 2013. 14,95 €.
Esta es una de series que llevaba tiempo queriendo leer. Parece mentira, dado que fue publicada originalmente entre 2002 y 2008 y que incluso en España comenzó a ser editada hace tiempo por Norma, siguiendo después con el sello de Planeta DeAgostini. Sin embargo, los precios que fijaba la primera y las discutibles ediciones de la segunda me apartaron de Y, el último hombre. Por suerte, ECC ha recuperado esta obra y es con esta nueva edición con la que finalmente me he lanzado de pleno, comprando los dos primeros tomos. Por cierto, que en su momento hubo bastante polémica por que viene en rústica (se esperaba en tapa dura), pero personalmente esto me da igual; me parece una edición muy aceptable y con un precio asequible.
A estas alturas de la vida hablar del argumento de Y, el último hombre seguramente está de más, pero aquí va una breve sinopsis para los despistados: en todo el mundo comienzan a morir de golpe los machos de todas las especies: vacas, jirafas... y humanos, claro está. Así es que las mujeres se convierten en las dueñas del mundo, reorganizándolo como quieren, o como pueden, ya que también entre ellas hay disputas por el poder por parte de políticas, de grupos feministas... Los problemas se agravan por que los recursos que tienen están limitados, pues cosas que se daban por hechas, como volar de un país a otro, solían estar en manos de los hombres y sin ellos se ha vuelto casi imposible. En definitiva, en este mundo apocalíptico no hay zombis ni extraterrestres, pero las cosas no pintan mejor por ello. A todo esto, han sobrevivido dos machos: Yorick y Ampersand, un muchacho aficionado al escapismo y un mono capuchino, respectivamente. Las razones por las que los machos han fallecido y por qué estos dos en concreto han sobrevivido son desconocidas: ¿magia? ¿ciencia? Se barajan varias opciones, pero ninguna es clara. En cualquier caso, Yorick, siempre bien acompañado de su compañero peludo, emprende un viaje por EEUU en busca de sus familiares, encontrando en el camino multitud de peligro en forma de mujer: traficar con él, matarlo por cuestiones feministas o cazarlo por razones aun desconocidas. Vaya, que parece que ser el último chico vivo no está tan bien como cabía pensar.
En cuanto al desarrollo de la historia, se aprecia varios recursos a comentar. Para empezar, se manejan de diferente forma los tiempos con el fin de crear tensión o revelar hechos importantes. Por ejemplo, en el primer número el relato comienza en un presente angustioso y de ahí pasa a un pasado muy cercano en el tiempo, el cual va avanzando hasta llegar al clímax final; en cambio, a partir del segundo número el recurso del tiempo se utiliza solo para presentar acontecimientos inmediatamente anteriores. Un segundo aspecto a señalar es el del protagonismo coral de Y, pues pese a que Yorick es el evidente protagonista, ya en el primer capítulo se introducen muchos otros personajes -todos ellos femeninos, obviamente-, quienes poco a poco van adquiriendo presencia en los episodios posteriores, interrelacionándose de una forma u otra. Todo esto me hace pensar en Perdidos (Lost), que tenía un planteamiento similar.
Puestos a buscar comparaciones, es inevitable hacer referencia a Los muertos viventes (The walking dead), otro comic apocalíptico y, además, contemporáneo al de Y. Acostumbrado como estoy a ese otra serie, la verdad es que este me parece una visión edulcorada: el humor de Yorick le quita demasiado hierro al asunto, la violencia no es excesiva... Aquí el dramatismo es muy relativo, primero porque ni Brian K. Vaughan quiere -o no puede- aplicar el enfoque nocivo de Robert Kirkman, y segundo porque la situación del mundo no es tan lamentable... al fin y al cabo, salvo por algunos pequeños problemas, las mujeres pueden vivir bastante bien. Por otra parte, el ritmo de un comic y de otro también es muy distinto. Mientras que Kikman nos muestra pausadamente la infernal ruta que tiene que recorrer el personaje de Rick Grimes, Vaughan prefiere saltar partes de ese camino. Por ejemplo, entre el primer y segundo episodio pasan dos meses, y salvo por un par de referencias, no podemos saber cómo ha sido la experiencia de Yorick durante ese tiempo. Es un salto abrupto. Creo que la mayoría de los lectores tendemos a leer un comic pensando que acontece poco después del anterior, así que cuando en ese segundo número nos encontramos con que Yorick ya encuentra a su madre... personalmente, el pensamiento es "¿ya? ¿Tan pronto?". No hay emoción en el encuentro entre madre e hijo porque tampoco nos ha dado tiempo al lector de empatizar con los personajes. A su favor, eso sí, está que Vaughan es mejor dialoguista que Kirkman, y eso se nota a la hora de caracterizar a los personajes. Y aun así, hay momentos en los que al guionista de Y le sobran ciertas cosas: entiendo que si tiene grandes conocimientos sobre cine o música ponga alguna que otra referencia, pero abusa de esto y vuelve el guion demasiado artificioso. Esto se nota aun más en el segundo tomo, donde no solo Yorick parece un friki de ciertos campos del saber, también lo son el resto de personajes.
Pasando al tema dibujo, nos encontramos con que detrás de las estupendas portadas de J. G. Jones está el dibujo correcto, pero poco atractivo, de Pia Guerra. Estamos ante uno de esos casos en los que el artista no lo hace tan mal como para decir que es un espanto, pero que tampoco sobresale precisamente. No es Tony Moore... pero tampoco Charlie Adlard. Y es que siendo realistas, probablemente Guerra no pasaría de ser el dibujante de fill in de muchas series. También hay que decir que con el paso de los números parece que va mejorando, así que hay que tener un poco de esperanza en que evolucione, tanto positiva como rápidamente. En cualquier caso, algún día tendremos que plantearnos seriamente por qué muchas series de Vertigo tienen dibujantes tan limitados.
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