Portada: James Jean
Edición española: Planeta DeAgostini, 2007. 11,95 €.
Recopila Fables nº 22, 28-33
La historia de las fábulas es más compleja de lo que parece de lo que parecía el principio. Porque aunque viven en paz en las Tierras Mundanas, tienen que seguir atentos ante la inevitable llegada del Adversario. Así es que se han organizado de tal forma que tienen de todo lo necesario, incluyendo espías. Y quien dirige esta parcela oscura de Villa Fábula es, cómo no, Lobo. Este mismo personaje también tiene una larga y extensa trayectoria a sus espaldas, pues participó en la Segunda Guerra Mundial viviendo aventuras que, como las fábulas, es mejor que no salgan a la luz. Pero dejando a un margen sus correrías por el mundo, Lobo tiene que prestar atención a su estrenada paternidad. Algo nada sencillo, la verdad, pues Blanca da a luz una camada de niños lobo con una cualidad complicada de manejar. Es más, debido a su aspecto animal, los niños son llevados a la Granja... y Lobo tiene prohibido acceder allí. Este puede ser el fin de la relación entre Blanca y Lobo.
Bill Willingham sigue haciendo un de los cómics de fantasía más interesantes. Como siempre, los episodios que dibujan otros artistas (en este tomo, tres) que no es Mark Buckingham, aun siendo tan entretenidos como los demás, palidecen en comparación. Personalmente, la aventura de Lobo en la Segunda Guerra Mundial no me ha encandilado mucho, aunque reconozco que pega con la serie relacionar a los nazis con hombres lobo, monstruos de Frankestein y demás farándula. Por cierto, el título, Las crueles estaciones, viene a santo de que varios episodios se desarrollan a lo largo de un año y así vemos a los personajes pasando por todas las estaciones.
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