Portada: Karl Kerschl
Recopila Teen Titans: Year One nº 1-6 (2008)
Seguramente, cuando Frank Miller tituló su revisión del mito del Hombre Murciélago (Batman nº 404-407, 1987) no podía imaginar que durante las siguientes décadas DC Comics publicaría multitud de historias denominadas también Año Uno. Lo curioso es que en aquel caso el título tenía pleno sentido, pues la historia se desarrollaba a lo largo del primer año de actividad del personaje, mientras que en el resto de casos suelen cubrir unas pocas aventuras aisladas, en el mejor de los casos. Será, digo yo, que es un factor positivo desde el punto de vista comercial, pues muchos lectores asocian Año Uno con el mítico comic de Batman. Y así es como hemos tenido el Año Uno de la Liga de la Justicia, de Green Arrow, de Nightwing... Por haber, hay hasta de Metamorfo. Algunos son más interesantes que otros, la verdad, pero si uno destaca especialmente es el de los Jóvenes Titanes. O, al menos, a mí me agrada bastante.
Esta serie limitada fue publicada originalmente en 2008 -a España llegó en 2009, directamente en formato tomo-, en una época en la que DC Comics estaba restaurando viejos conceptos de la Edad de Plata: Superman volvía a haber sido Superboy y miembro de la Legión de Superhéroes, la Liga de la Justicia contaba de nuevo con Batman, Superman y Wonder Woman entre sus fundadores, etc. En ese contexto, era ideal revisitar los orígenes de los Jóvenes Titanes, pues aunque es verdad que desde sus primeras aventuras en los años 60 su continuidad no había sufrido cambios (solo en algún momento Wonder Girl había quedado en cierta ambigüedad), también lo es que los viejos cómics de Bob Haney solo son aptos para auténticos seguidores de este equipo. Así es que había que volver a contar las primeras aventuras de los Jóvenes Titanes, pero con guiones y dibujos hechos hoy en día.
El encargo cayó en manos de la guionista Amy Wolfram, conocida principalmente por haber trabajado en la serie de animación Teen Titans. Su planteamiento es sencillo: respetar las ideas originales, pero desarrollarlas de otra forma y aportar matices a los caracteres de los protagonistas, sobre todo a sabiendas de qué les deparararía en el futuro. La historia es la misma que nos contaron en Teen Titans nº 53 (febrero de 1978): algunos miembros de la Liga de la Justicia son controlados por la Antítesis y comienzan a cometer crímenes, por lo que sus jóvenes ayudantes tienen que reunirse para hacerles frente. A raíz de esto, nacen formalmente los Jóvenes Titanes. Wolfram está al tanto de cómo se dieron los acontecimientos, sabe que antes que esto Aqualad, Kid Flash y Robin se reunieron puntualmente en The Brave and the Bold nº 54 (junio-julio de 1964) e incluye una breve referencia a esa aventura, un detalle innecesario pero que genera confianza en la escritora. El encuentro con la Antítesis solo ocupa los tres primeros episodios, el cuarto es una adaptación libre de Teen Titans nº 5 (septiembre-octubre de 1966), en el que aparece el peculiar villano Hormiga; el quinto trata sobre la posible relación amorosa entre Speedy y Wonder Girl, a sabiendas de que cuando ambos sean adultos, volverán a estar juntos; y el último, digamos que es un relato de terror que, además, en cierto modo cierra la serie y deja claro que las aventuras del grupo siguen adelante -aunque para disfrutarlas, tendremos que recurrir a los cómics clásicos, eso sí. En cuanto a la caracterización de los personajes, Wolfram refuerza las personalidades que ya conocíamos -o que de forma retroactiva, así es como las conocemos hoy en día: el Robin con liderazgo, el Kid Flash impulsivo, la Wonder Girl amorosa, el Speedy rudo y seco... Tal vez, donde se toma libertad creativa es con Aqualad, a quien presenta casi como un paria: piel blanca, dientes separados, olor a pescado... Con la necesidad de mojarse cada dos por tres y sin enterarse mucho de cómo van las cosas, Aqualad parece el hazmerreír del grupo. Sin embargo, si somos capaces de dejar a un lado lo que hemos leído anteriormente sobre él, esta visión es francamente divertida.
A todo esto, el dibujante es Karl Kerschl, quien hace aquí el mejor trabajo de su carrera. En otros cómics ya mostraba un estilo ligero y divertido, pero es en Jóvenes Titanes: Año Uno donde realmente destaca. Probablemente, esto se debe a sus dos compañeros de trabajo (unos tales Serge Lapointe y Steph Peru), quienes se encargan del entintado y el color, sin quedar claro qué hace cada uno. Es de suponer que colaboraban tan estrechamente que en los créditos los tres figuran como responsables del dibujo. Creo que es importante señalar que se trata de un tipo de dibujo actual, con líneas finas, diseños caricaturescos, colores muy vivos... No esperéis un estilo recargado o realista, pero sí mucha diversión. Hay viñetas que son una auténtica delicia, en parte porque el guion de Wolfram se presta a ello. Por ejemplo, hay una página en la que Wonder Girl comienza a llorar y sus lágrimas salen como si fuesen auténticos chorros de agua, tanto que salpica en sus compañeros e incluso moja el suelo. Evidentemente, esto es algo irreal, pero con ese enfoque juvenil y con los dibujos de Kerschl, queda de maravilla -y nunca mejor dicho. Hay muchas otras bromas y guiños ocultos, desde el pañuelo que usa Robin al coche que usa Speedy...
En definitiva, un comic muy entretenido que solo tiene un pero: no tiene continuación. Ojalá DC hubiese apostado por una serie regular y seguir contando los orígenes de los Jóvenes Titanes con estos autores.
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